Las madres siempre tienen el don de traerte a tu vida cosas mágicas, y esta vez no podía dejar de serlo, ya estaba grande, mmm unos 21 o 22 años (hoy tengo 28) y estaba en la búsqueda de un nombre para las redes sociales, ya sabes, ese momento en que quieres desechar el antiguo nickname de la juventud que ahora suena tan ridículo, que te hace sonrojarte de solo recordarlo.
Y conversando con ella le digo algo así como " mamá, necesito un nombre para internet, pero que sea único, me gustaría algo que solo tenga relación conmigo, pero no se me ocurre nada." a lo que ella sin pensarlo mucho me dice, "¿algo así como la escala durmiente?", y mi cerebro explotó. Nan, mentira, fue como que de un golpe con un bate en la cabeza llegaran un montón de recuerdos a mi mente.
Resulta que que cuando era pequeño de unos 2 o 3 años, vivía en Valparaíso, y para el que no lo conoce es una ciudad donde el 90% de la población vive en cerros y quebradas, producto de la configuración geográfica de la ciudad, incluso hay autores que le llaman la "ciudad hundida hacia arriba", y nuestra casa quedaba efectivamente en una quebrada del cerro Playa Ancha, y para hacer diversas cosas como comprar víveres, algunas transacciones bancarias, y tomar locomoción para ir al "plan" o centro de la ciudad, debíamos subir a los puntos neurálgicos del cerro, que eran en ese tiempo, avenida Playa Ancha y Avenida Gran Bretaña, ésta última era muy entretenida para mi porque tenía un sector en el que había una baranda que limitaba con una quebrada en la que mi padre me dejaba caminar llevándome de la mano, y a la mitad de tramo había un gran árbol donde me subía a jugar, si mal no recuerdo era un Palto muy antiguo.
La cosa era que mi mamá salía conmigo y mi hermano bebé, y generalmente después de almuerzo subíamos a la plaza Waddington, y pasábamos toda la tarde jugando y corriendo, mientras ella hacía la hora para comprar el pan en el emporio (sí, en esos años aún quedaban emporios). Recuerdo que en ese tiempo en la plaza había una gran Locomotora de vapor como adorno de la plaza.
Para mí en ese tiempo era fascinante, porque la plaza era muy muy grande (niño de 3 años), y tenía distintos tipos de vegetación y ambientes, grandes e infinitas escaleras, arbustos gigantes, amplios prados con pastos, y una gran zona lisa de cemento, para poder jugar con los autitos. El centro era de tierra, con unas bancas de concreto unidas en forma semicircular.
Ahora miro la plaza y es una plaza muy pequeña, con unos arbustitos. En fin la mente de niño.
La cosa es que junto con llegar la hora del pan, llegaba mi papá del trabajo a encontrarnos a la plaza. y a la hora de volver, teníamos dos alternativas o bien dos escaleras para elegir.
La primera era el camino más corto, pero la escalera tenía una inclinación muy pronunciada, la vegetación hacía que fuera oscura,  y los peldaños eran muy irregulares.
La segunda era el camino un poco más largo, pero la inclinación era normal, y los peldaños eran todas similares, y estaba dividida en tramos de escalera.
En ambos caminos mi papá me subía sobre los hombros para bajarla y en la primera era muy violento el viaje, aún lo recuerdo y no me gustaba para nada. En cambio en la segunda, el ritmo que se producía mientras íbamos bajando la escalera, junto con el cansancio del día, hacía que al terminar de bajarla, fuera prácticamente durmiendo.
Y un día de la nada, no sé por qué, ante la pregunta de mi padre "¿Por cuál camino nos vamos?" siempre respondía "Vamos por la escala durmiente". Y desde ese día para nosotros como familia, como parte de un código, sabíamos cual era la escala durmiente, y cada vez que vuelvo a Valparaíso a caminar por el cerro Playa Ancha, paso por esos lugares cuando puedo. Eso sí, con esto de crecer, y cambiarme de ciudad, lo había olvidado completamente. Pero por lo menos ahora puedo decir que escala durmiente, es algo completamente único y mío.
¡Qué cosas no?, Nunca debemos dejar de ser niños.
Un abrazo.
